
El Homelander chileno que fue reconocido por el mismísimo Antony Starr
Fue, antes que nada, un accidente. De esas cosas que se descubren de casualidad.
—Una doctora cachó que yo era fanático de Mortal Kombat, conversamos de videojuegos y me mostró algunos cosplays. Le dije que mi sueño era ser un ninja del Mortal, verme como ellos, y ahí es cuando ella, de forma muy hábil, me hizo una apuesta. La apuesta era ya, hagamos un cosplay: tú me eliges el cosplay a mí y yo a ti.
A Erwin Villarroel, enfermero, treinta y nueve años, el cosplay no es que no lo convenciera: directamente lo incomodaba. Miraba con cierto prejuicio las convenciones de Comic Con. Eran, para él, algo muy “ñoño”, lo relacionaba a los otakus. Por eso, si bien aceptó el desafío, de inmediato buscó la forma que creyó más eficaz de escapar: le propuso a la doctora vestir como Mileena, una ninja devoradora de hombres cuyo traje de color lila deja poco a la imaginación.
—No tenía nada, nada de ropa, así que pensé: ya, la apuesta la gané, porque no lo va a hacer. Es doctora, es más seria. No lo va a hacer.
La jugada, sin embargo, no salió como había planeado. Bajo el atuendo de Mileena, la doctora hasta se presentó a un concurso de cosplayers, y captó la atención de todos, de algún medio también, luego en Comic Con. Ahora le tocaba a él.
Como una máscara tapaba su rostro y casi no enseñaba piel, Erwin Villarroel escogió hacer de Sub Zero, ícono de la franquicia. Compró el traje en Internet a un ruso, y cuando al fin llegó a su casa y pudo probárselo, cuenta, se comportó como cuando era niño. Algo nervioso, pero para cumplir con lo pactado, lo estrenó en público en Festigame:
—Era mi primer evento y me pasó que toda la gente quería tener una foto conmigo. Fueron muy, muy amables. Tanto los asistentes del evento como la gente de la organización. Me daban comida, jugo. Me pasó que incluso los adultos alucinaban más que los niños —recuerda Villarroel.
Como las cosas habían marchado de maravillas, entonces, agosto de 2017, comenzó su tránsito por otros eventos, selfies, concursos, sesiones de fotos y nuevos personajes —Wolverine, Baraka, Scorpion, el Titán de ataque y Porco de Shingeki no Kyojin— hasta dar con el que, sin proponérselo, lo cambió todo.
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—Uno elige a alguien con el que cree que se puede sentir identificado. Es todo un tema psicológico en que uno dice: ya, yo necesito hacer un personaje pero no por estética o no solamente porque hay un parecido, sino porque ese personaje me tiene que captar. Me tengo que sentir identificado o, a lo mejor, no identificado, pero ese personaje debe tener cosas que yo quisiera en mí. Y ahí va una cosa mucho más profunda. Yo no soy actor, pero entiendo que los actores tienen que tener un poco de psicología y cuando entran a cosplayar, a interpretar, dejan de ser ellos mismos y pasan a ser el personaje. Eso ha sido, para mí, un descubrimiento. De que quizás podía tener aptitudes actorales, porque en las presentaciones, cuando hago cosplay o en las fotografías, la gente me compra el personaje.
Erwin Villarroel dice que eso es lo que más le atrae de este nicho: estudiar en detalle lo que hace el actor, el personaje. Darse cuenta de sus gestos, de alguna frase, de su postura corporal. Recrear de la manera más rigurosa el repertorio completo.
Como se va viendo, para el enfermero el cosplay desde hace rato va más allá de ocupar un traje.
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A mediados de 2019, Erwin Villarroel se atrapó con The boys, la aplaudida serie de superhéroes de Prime Video. Le interesaba esa idea de una Liga de la justicia oscura, con una veta crítica. Y de pronto, con el paso de las semanas, sus amigos comenzaron a recomendarle cosplayar a Homelander, el villano principal. Le repetían que era igual. Que se parecía físicamente.
—Pero a mí no me gustaba parecerme. No me gustaba el personaje. Era genuinamente malo, disfrutaba siendo malo. Yo les decía: no puedo hacer a alguien así.
Hasta que acabó la primera temporada. El último capítulo, para Villarroel, fue revelador:
—Cuando dicen que es indestructible, que no tenía ningún punto débil, pero descubren que en verdad sí hay uno: la novia, la amante. Que con ella podían manipularlo. Él sabía que no tenía ningún punto débil, entonces dijo: bueno, si creen que mi punto débil es mi amante, yo mismo la voy a matar. Esa mentalidad me gusta, me identifica. Y ahí dije: este personaje es el mío.
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Lo siguiente es para poner los nervios de punta a cualquiera:
—Me enteré de que Antony Starr (actor de Homelander) venía al Comic Con de Perú. Le dije a mi grupo de amigos, pero a ellos no les interesaba. Me dio lata, no quería ir solo, pero una colega me convenció. Compré el pasaje, el ticket de la Comic Con, el meet and greet, hablé con mi jefe y pedí los días. Y ahí hice la locura.
Como su objetivo era causar una buena impresión, Erwin Villarroel buscó darle un mejor acabado a su imagen. El día que iba a tomar el vuelo, por la tarde fue donde el peluquero y le pidió decolorar su cabello y teñirlo del mismo rubio que el villano. De pelo y barba negros, el enfermero ni siquiera recuerda haberlo pensado antes. Pero la cita lo ameritaba.
Perú recibió a Villarroel con los brazos abiertos y loas por su apariencia. A poco de llegar a la convención, se le acercó un gordito con coleta que hablaba en inglés y que le recordó al sujeto de las historietas de Los Simpsons. Ese gordito, que se llamaba Mike, resultó ser el manager de Antony Starr. Después de tomar una fotografía juntos, prometió enseñársela al actor tan pronto lo viera. Al día siguiente, la producción del evento le consultó a Villarroel si podían grabar su encuentro con Starr. De golpe se vio, por petición de ellos para tener más tiempo, último en la fila del meet and greet, con las cámaras a la espera. Sin poder creerlo, miraba a Mike, el manager, quien parecía estar más ansioso que el resto, que él.
—Las patitas, las manos, le hacían así, le tiritaban. Quería ver la reacción de Antony, qué iba a hacer Antony al verme.
Entonces llegó el momento:
—Como cosplayer a veces es difícil ser fan, porque tienes dos alternativas: eres cosplayer y haces el personaje o eres fan con tu artista. Yo dije: voy a entrar con toda la parada de Homelander y a ver qué pasa. Entro, paso y Mike grita “¡Chile!”, que queda grabado. Paso con las manos atrás, como el personaje, soberbio. Doy tres o cuatro pasos y Antony Star dice: “Esto es como mirarme en un espejo”. Ahí llega, yo con las manos atrás, me estira la mano y me dice: “Hola, ¿cómo estás, amigo?”, en español. Te prometo que tenía algo en mente: hacerle como un desprecio, como es Homelander. Pero ese segundo se transformó en una hora y se me vino a la mente lo que le pasó a Lucho Jara, jajajá. No puedo hacer un desaire, pensé, porque lo puede interpretar como algo malo y me hago famoso en el mal sentido, ¿cachái? Así que le recibo la mano y le doy un regalo, que era una mamadera. Se cagó de la risa, empezó a mirar el traje y me dijo que le había encantado.
Hubo más, por cierto: durante la entrevista posterior, Antony Starr le pidió al público que lo aplaudieran a él por su interpretación. Repitieron las fotografías que se habían tomado unas horas antes, porque Villarroel posó con los ojos cerrados. Y finalmente, el animador de la Comic Con lo contactó para acompañar al actor a su última presentación el día siguiente.
Erwin lo cuenta así:
—Cuando quedaban cinco minutos, me hace subir. Me voy por la parte trasera. Sube Antony Starr, lo presentan, va él, saluda al público, y ahí el animador dice: “Pero no viene solo, viene con dos acompañantes”. Ahí pasamos con otro cosplayer, yo detrás de Antony, siempre con la actitud de Homelander. Y nos piden hacer un desfile. Cuando toca mi turno, voy con los brazos abiertos, con la soberbia, y me doy cuenta de que atrás estaba Antony Starr animando al público para que aplaudiera. Después siento que alguien me levanta el brazo, miro al lado y era Antony Starr. Ahí dije: ya, no soy más cosplayer, quiero ser fan. Se me pusieron los ojos brillosos, con lágrimas. Y ahí hice el gesto de que él es el hombre y le di un abrazo. Se dio todo. Así que en el último meet and greet le hice un regalo. Encontré una muy buena ilustración de un artista peruano y en la parte de atrás le escribí muchas cosas personales, de por qué me había gustado el personaje y su interpretación. Cuando llegué, le dije que lo admiraba como persona y le di un abrazo. Fue muy agradecido.
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Junto a Mira Gretler, una amiga sueca que hizo en esto del cosplay de The boys, dueña de un fanpage de Antony Starr, el año pasado Erwin Villarroel planificó un viaje a México: la misión era, otra vez, encontrarse con el actor detrás de Homelander. La historia, a partir de ahí, es calcada: compartieron en el meet and greet y el intérprete pidió que los aplaudieran en plena entrevista. Luego le firmó una capa con la siguiente leyenda: “Erwin, tú eres el real héroe”. Pero lo que más agradece el cosplayer, no es eso; es que lo reconociera.
—Voy caminando, y él me ve y su reacción fue como la de haber vuelto a ver a un amigo: “Oye y tú, ¿qué haces acá?”. Me da un abrazo, “gusto de verte”. Ya, “¿qué hacemos de foto?”. Eso me quedó. Se acordaba de quien yo era. Fue como: ¡te vi de nuevo!
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En Canadá, cuenta Erwin Villarroel, hay un chico que sufre de anemia idiopática, lo que le exige transfusiones de sangre muy frecuentes. La madre de él suele levantar campañas de donación de sangre, a las que asisten cosplayers y, sobre todo, cosplayers de superhéroes. Enterada de esto, Mira Gretler se puso en contacto con Antony Starr para contar con su ayuda, y el actor, que precisamente por estos días graba la última temporada de The boys en el país norteamericano, le hizo una contrapropuesta:
—Le dijo “Ven con Erwin, hacemos la campaña de donación y vengan a la Comic Con de Toronto”. Y de ahí, hace un par de semanas, se contactó conmigo el manager. Me escribió: “Erwin, voy a hacer todo lo posible para que tengas una entrada gratis a la convención de Canadá”.
La invitación llegó a sus correos poco después. Y el enfermero, a decir verdad, no contaba con demasiados recursos para viajar, le era muy encima, pero se puso firme:
—No puedo no ir, porque es una invitación del actor que yo admiro —sintetiza—. Además de la convención hay algo importante programado afuera. Así que, por más que me cueste, que no tenga las lucas en este momento, no puedo decir que no. Hay que hacer que las cosas pasen. No sé si esto me va a pasar dos veces en la vida.
—¿Qué esperas de este encuentro? Ya es el tercero.
Villarroel, que el año pasado se perdió la Comic Con San Diego por una operación de urgencia a la espalda, sospecha que esta es una buena oportunidad para quebrarle la mano al destino.
—Posicionarme quizás como un doble oficial del actor. Quiero ver cómo reacciona el resto del elenco con Antony Starr y conmigo. Y, a lo mejor, postulo para eso. Que él me valide.