Argentina seguirá fuera del radar de los grandes fondos de inversión global, ya que Morgan Stanley Capital International (MSCI), el organismo que clasifica a los países según la apertura y liquidez de sus mercados bursátiles, confirmó esta semana que el país vecino continuará bajo la categoría de “standalone”, es decir, un mercado marginal.
Se trata de un veredicto que Argentina arrastra desde junio de 2021, cuando fue degradado en plena gestión del peronista Alberto Fernández. Ni los recortes fiscales, ni el sinceramiento del tipo de cambio, ni el ajuste de la motosierra de Javier Milei, presidente desde diciembre de 2023, alcanzaron para convencer al índice de otro panorama alentador.
MSCI no incluyó a Argentina ni siquiera en su “lista de revisión”, paso previo para aspirar a mejorar de categoría a “frontera” o “emergente” (el mote del que goza Chile). Sin la recalificación, seguirán cerradas muchas puertas para el ingreso masivo de capitales internacionales.
En su informe de accesibilidad a los mercados globales, MSCI advirtió que la persistencia de algunas restricciones que dificultan el ingreso de inversores extranjeros al mercado trasandino. Pese al levantamiento del cepo en abril pasado, “aún permanecen varias restricciones para los inversores institucionales extranjeros”, señaló el estudio.
Si bien llegó a considerar al país “potencial candidato” a una reclasificación, recordó a su vez que se trata de un mercado “actualmente parcial o totalmente cerrado a los inversores extranjeros”.
Argentina, del club de los emergentes (por tiempo fugaz) a los parias del sistema
Argentina había recuperado la etiqueta de “mercado emergente” en 2018, durante la presidencia de Mauricio Macri (Cambiemos), colocándola al nivel de países como Chile, Brasil, México, Colombia, India o China. Pero ese estatus duró poco.
Tres años más tarde, y con el cepo al dólar reinstalado en plena gestión de Alberto Fernández, cayó a la última categoría del índice: “standalone”, compartiendo lugar con economías de alto riesgo como Jamaica, Nigeria, Líbano, Palestina y Ucrania.
La calificación de MSCI se centra en la accesibilidad al mercado, la libertad para operar con divisas y la transparencia de los datos.
En el caso de Argentina, mide el desempeño del segmento de mediana y gran capitalización del mercado local. Son 18 acciones que, juntas, representan el 85% del total invertible. Las más relevantes son la petrolera estatal YPF (20,3% de participación), Grupo Galicia (18,8%), Vista Energy (11%), Banco Macro (10,1%) y Pampa Energía (9,3%). Luego, le siguen Transportadora Gas del Sur, BBVA Argentina, Central Puerto, Arcos Dorados y Telecom.
La decisión tomada por MSCI impacta directamente en los flujos de inversión extranjera: muchos fondos globales, por normativa, sólo pueden operar en mercados “emergentes”o “de frontera”. Estar fuera de esas dos categorías, como Argentina desde el año 2021, limita severamente la entrada de dólares financieros.
Según cálculos del JP Morgan, un cambio de categoría podría haber atraído hasta USD 1.000 millones en el corto plazo hacia acciones y bonos argentinos. Pero esa puerta seguirá cerrada, al menos, hasta 2027: primero, hay que entrar en la lista de revisión de 2026; después, esperar otro año para la reclasificación.
Después del análisis preliminar, el comunicado final de MSCI ni siquiera mencionó a Argentina. Sí incluyó referencias a Bulgaria, Corea del Sur, Grecia y Bangladesh. “MSCI se compromete a garantizar que nuestras clasificaciones reflejen las realidades cambiantes de la accesibilidad y la inversión global”, sostuvo Raman Aylur Subramanian, jefe regional del índice.
En los hechos, la nota financiera que recibe el gobierno de Milei es la misma que dejó Fernández. A tono con ese diagnóstico, el riesgo país argentino -índice económico de JP Morgan que mide el riesgo que representa un país para los inversores- sigue estacionado en torno a los 700 puntos.
