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Las dos mitades de Daniela MD: de estrenar un disco a seguir la lucha por prevenir el cáncer de piel

Después de oírla unos minutos, si hubiera que abreviar la rutina que sigue Daniela Saavedra a diario sería algo más o menos así: se levanta temprano y se marcha a la Clínica Dávila, donde es jefa de servicio de Dermatología. Como le cuesta despertar, las primeras horas del día son para consulta. Esa es una regla a la que muy poco desobedece. Almuerza cuando el tiempo le alcanza y por las tardes, ya en la Clínica Mohs, que ella misma fundó hace casi una década, consume las horas operando a pacientes que sufren cáncer a la piel. Lunes, miércoles y viernes, del pabellón se va a clases de crossfit, y luego a casa. Martes y jueves, salvo excepciones, lo usual es que las jornadas de cirugía se prolonguen. Trata de no dormirse más allá de las dos de la madrugada. Los sábados cierra con un poco de tenis.

—¿Y la música cuándo?

A las nueve de la noche de un martes excepcional —llegó a casa antes, una media hora atrás—, Daniela contesta eso que se preguntan inclusive quienes la conocen más de cerca:

—En la noche, a veces. Grabo los fines de semana efectivamente, y a veces, también he tenido que grabar un miércoles en la noche, por ejemplo. Cuando las operaciones no se alargan.

—¿Pero se puede realmente compatibilizar una carrera musical con tu carrera médica?

—Es difícil, pero se puede. Lo que pasa es que a veces, claro, te gana un poquito el cansancio, y más que el cansancio, es el ánimo. Porque para hacer cosas musicales, estar grabando, sacarme fotos, no puedo estar con cara de cansada, de muerta. Y mi pega es como súper seria todo el día, súper estructurada, así que es difícil. Estoy a cargo de dos equipos de dermatología, uno en la Dávila y otro en la Mohs, entonces de repente me salgo del personaje…, pero soy la misma. La música me relaja, me lleva a conectarme un poco más con la gente y a los pacientes les encanta. Ellos me animan, me dicen: “Siga con sus sueños”. Ambas cosas me encantan, las disfruto mucho, pero sí te diría que la medicina es súper absorbente y uno no se da cuenta, pero te va agarrando, agarrando, hasta que decís, uy, no tengo tiempo.

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Daniela MD en su rol de doctora.

—Tu carrera artística es, entonces, sólo por amor a la música, porque da la impresión que podrías no hacer todos estos sacrificios…

—Sí, po. Podría no hacerlo. Hay gente, de hecho, que me ha dicho ¿por qué si te gusta cantar, mejor no cantái en un pub o con tus amigos? Y no me gusta eso. Les digo: quiero, pero con show, jajaja. Me carga cantar cuando la gente está comiendo, eso de que no te pesquen. Eso no. Desde siempre, cuando era chica y estaba en vivo, las veces que me tocó cantar mientras la gente estaba comiendo, no… yo creo que es lo peor. ¡Porque nadie te pesca!

Cuando tenía apenas quince años, Daniela Saavedra grabó su primer disco. Cantar, hacer música, era un sueño para ella y también para su padre —médico, guitarrista, pianista, compositor—, pero tuvo que hacerlo a un lado aun antes de poner los pies otra vez en el firmamento. Con dieciocho, diecinueve años y unas cuantas canciones en standby, Saavedra no sólo esperaba un bebé sino que, además, estaba por entrar a estudiar medicina, de modo que las cosas se pusieron bravas. “En mi cabeza de niña decía, sí, voy a poder”, pero el baño de realidad fue mayúsculo. “Tenía que estar en la universidad a las ocho de la mañana, llegaba a mi casa a las siete de la tarde, ver a la guagua, acostar a la guagua, y recién a las diez y media estaba libre para estudiar”. Sin un sello que la respaldara, desde lo económico tampoco le era posible. De golpe, pasó veinte años alejada de todo eso que alguna vez la movilizó.

—Es que después me olvidé —se lamenta Daniela—, como estaba tan concentrada en lograr lo que quería, primero en no repetir de año, en no atrasarme, porque es una carrera tan larga, me embalé un poquito. Y era estar metida en una cajita: todo el día en el hospital, ir a una fiesta y hablar de eso, porque te juntas con la misma gente. Vivía encerrada en eso.

Ya era dermatóloga, dice, especializada en cáncer de piel y hasta había levantado su propia clínica cuando la asaltaron los recuerdos.

—Fue un sábado en la tarde. Me acuerdo perfecto de ese día: estaba tirada en mi cama, relajada, y de repente me digo: Daniela, has logrado todo lo que te habías propuesto en la parte médica, ahora que estás más tranquila quizás sea el momento de retomar la música.

Su padre también se lo había insinuado. Hubo dudas, dudas legítimas, se sentía desfasada, tal vez ya era demasiado tarde para ella, pero en un instante de arrojo relojeó en su teléfono celular el contacto de José Miguel Alfaro, el productor con el que había trabajado en su adolescencia, y lo llamó. “¡Daniela, obvio que me acuerdo!, juntémonos”, le contestó él al rato. La historia sigue así: Saavedra tenía la idea de grabar lo que quedó pendiente de Buscando pedazos (1997) y se lo presentó a Alfaro en un cassette, pero en la reunión el productor la convenció de hacer algo nuevo, de ritmos más actuales. De ahí se estrenaron, con el tiempo, Pecado y Temblor (2019), pero desde luego lo más significativo es que la doctora Saavedra, ahora Daniela MD (Medical Doctor), al fin volvió a sentirse artista.

Mitad cantante/mitad doctora, de 2023, un álbum de diez canciones hizo realidad el comeback, y pocos días atrás, la última semana de enero, Te elegí, un EP con otras cinco pistas, puso de nuevo en el mapa a Daniela MD: “Es como un pop muy suavecito, una transición”, recalca, “porque ya me cansó un poquito lo urbano”. Es más, entre sus planes considera revisitar las canciones que compuso en sus inicios, es decir, regresar al pop. “Los productores igual te guían hacia un lado que de repente a uno no le gusta tanto. Por más que quisiera algo distinto, siempre me tiraban pa’ lo urbano. Y yo decía: no, po, si yo no me siento cómoda con lo urbano”.

—Entonces vamos a relanzar esas canciones. Ya tengo dos grabadas, me faltan otras dos todavía y probablemente incluya el Buscando pedazos, que grabé también cuando era más chica. Estoy trabajando con otro productor, con el Felo Foncea, y la idea es hacer un remake, más moderno, pero manteniendo todo el estilo pop de la época.

***

—Desde que tengo uso de razón que me encantaba la medicina —subraya ya en el papel de doctora Daniela MD.

De Concepción, cuenta que se acostumbró muy niña a acompañar a su padre al hospital donde trabajaba. “Era como mi hábitat”. Llevaba su radiograbadora, de esas antiguas, pesadas, con una especie de manilla para transportar, y escuchaba allí sus cassettes favoritos mientras recorría los pasillos, aguardaba por el fin de la jornada.

—Entonces es cierto lo de mitad cantante/mitad doctora.

—Por dentro, porque la realidad es que soy más doctora, jajaja. Pero fue mi dualidad siempre: cantaba y me gustaba mucho estar en el hospital.

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Daniela MD es encargada de dos equipos de dermatología. En la Clínica Dávila y en la Clínica Mohs.

Después de especializarse en dermatología, Daniela Saavedra se las arregló para cursar una subespecialidad en cáncer de piel, lo que le permite, esencialmente, dedicarse a la prevención, detección precoz y tratamiento de esta enfermedad. Esto, sobre todo, lo pone en práctica en la Clínica Mohs, que fundó junto al doctor Ivo Sazunic hace poco menos de una década: “No existía en Chile un lugar donde se hiciera esta técnica, porque en las clínicas grandes es muy difícil de desarrollar”, alecciona Saavedra. “Desde hace poco en algunas sí hay, pero igual es muy engorroso. Entonces lo hice un poco como a semejanza de lo que hay en Estados Unidos, que no se requiere una clínica grande sino que tiene que ser más acotado para que sea con anestesia local. En el fondo, necesitamos mucho personal especializado y que esté comprometido con lo que hacemos, porque son cirugías muy largas”.

—Cuando partiste en esto, comentabas en otra entrevista, la mayoría de tus pacientes con cáncer de piel eran viejitos, pero esa tendencia parece haber cambiado y ahora son más los jóvenes. ¿Qué pasó en el camino?

—Efectivamente, en el 2009 partí haciendo cirugía Mohs, y los pacientes tenían de ochenta pa’ arriba. Uno de sesenta que tuviera un tumor era joven. Pero actualmente, se ve a alguien de cuarenta como si nada, de treinta y cinco. Y ya no nos sorprende. Tiene que ver con que la capa de ozono también ha empeorado. Tenemos una radiación mucho peor que la que tomaron esas personas más viejitas. Por el daño de la capa de ozono, si llegan pacientes de treinta y cinco o cuarenta es porque en su adolescencia no se cuidaron nada y con un sol mucho peor que el de los abuelitos. Entonces, eso se está viendo y es una tendencia mundial. Y en Chile, la capa de ozono está un poquito peor.

—Imagino que es difícil poner en números, pero ¿tan crítica es la situación? ¿Cuántas operaciones haces tú, por ejemplo, mensualmente?

—No te podría decir, porque al final mi número puede ser sesgado respecto al total. Pero aumentó, no sé, un mil por ciento. Todos los días veo varios casos de cáncer de piel, y por suerte, la mayoría se están derivando en forma prematura, porque antiguamente se derivaban súper tarde y terminábamos con cirugías larguísimas, de cinco o seis horas. En regiones eso sigue pasando, porque hay menos acceso al dermatólogo.

—¿Cuál es el mayor error que cometemos todos en estas fechas y que nos ponen en riesgo?

—Confiarnos. Vamos a salir, vamos a ver un partido de algo, o lo que sea, y uno dice: nah, si voy ahí nomás, o porque está nublado, y termina insolado. Eso de “pero está nublado”, es lo peor. Uno se confía porque no hace calor, porque de verdad está nublado, pero la radiación atraviesa las nubes y eso te quema como si estuvierai como una lagartija al sol. Entonces, yo te diría que esa es una de las cosas terribles: llegan muchos pacientes insolados.

—El protector solar no es sólo en verano, entonces…

—Yo te diría que desde la primavera en adelante, desde fines de agosto la radiación empieza a subir y ya recién como en mayo empieza a bajar. Hay meses, sí, en que uno se puede relajar mucho más, pero más o menos entre septiembre y mayo hay que protegerse.

—¿Cómo se puede prevenir efectivamente? En términos de productos, los protectores solares que mejor se adecúen, cada tanto…

—Mira, todos los que venden en las farmacias están buenos, están certificados por el ISP y todo eso, porque me están llegando muchas pacientes que se compran protectores solares coreanos, o no sé, no sé dónde los compran la verdad, y ahí yo tendría un poquito más de cuidado. De repente esos productos no siempre van a estar certificados como factor de protección solar, entonces eso es importante: comprarlos en una farmacia establecida, las marcas más conocidas. Y hay que aplicarlo cada dos o tres horas. Yo siempre indico, tipo nueve de la mañana, doce del día, tres de la tarde.

—¿Cuánto hay que echarse y qué tipos?

—Saber la cantidad es importante: por ejemplo, para la cara se necesitan dos dedos o una cucharadita de té. Y en cuanto a las texturas, hay muchas: si tienes piel seca, hay que elegir uno que sea para piel normal a seca; si tienes piel grasa, están los toque seco o los oil control, que son más secantes. Hay otros que son para hacer deportes, súper ricos para ponerse en la piel. Para los hombres pelados hay unas brumas que son invisibles, como un envase de desodorante, en spray, entonces es fácil de aplicar en la cabeza. Aunque igual en esos casos es mejor ocupar un gorrito. Para las mujeres, que nos tenemos que retocar el protector solar, lo podemos hacer con un fluido, una crema, o también hay unas brochitas que traen un polvito que también es un protector solar que se puede poner encima. Hay muchas opciones actualmente y que no existían hace diez años, menos hace veinte. Obvio, totalmente contraindicados los aceleradores de bronceado, eso por ningún motivo.

—Un tema de cuidado son los lunares, ¿no?

—Los lunares, sí. Es un melanoma que, en el fondo, es un lunar malo y puede matar hasta a gente joven. Eso sí es de riesgo, y las insolaciones son un factor de riesgo súper importante para eso. Por eso hacemos hincapié en no insolarse. Pero sí, te diría que el cáncer de piel más grave es el melanoma. Pueden nacer como un lunar nuevo y malo, o uno que tú ya tenías puede transformarse en melanoma. Cuando un lunar crece de golpe o tiene dos o tres colores, ves que es asimétrico el borde hay que consultar. Ante la duda de un lunar, es mejor consultar. Es preferible ser alaraco y consultar de más.

—En estos tiempos, entonces, horario de playa: ¿a qué hora no hay que ir?

—A la playa podrías ir de ocho a diez de la mañana e idealmente después de las cuatro o cinco de la tarde. Lo que yo hago, como dermatóloga, es ir a las cinco de la tarde embetunada con protector solar. Mi familia dice: qué lata ir tan poquito rato. Pero no se puede, po jajaja.

El resto de las recomendaciones, el de siempre: 1) Hidratar la piel, de modo que resulta crucial tomar agua, y 2) Tener cuidado con las zonas “que más reflejan la radiación”, como el agua. “Por lo tanto”, explica Saavedra, “hay que tener especial atención con la piscina, la playa y la arena”, como también con “el cemento”. No es lo más cómodo, por supuesto, pero la mitad cantante propone en definitiva “usar manga larga, lentes y sombrero para resguardarse”.

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De 46 años, Daniela Saavedra divide su tiempo entre la dermatología y la música.

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—¿Y ahora qué sigue para ti?

—Está en posproducción el videoclip de Te elegí, que lo grabé en una cancha de tenis. Estuvo muy entretenido, muy lúdico y espero que no me saquen la escena donde le echaba protector solar al galán, jajaja. Es como el mensaje subliminal, tratando de meterlo ahí siempre. Sé que es lenta la producción, pero espero que el video salga ahora en febrero. Y el EP sé que se va a demorar un poquito, pero espero tener en noviembre el material completito.

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