
¿Dormir menos y rendir igual? Esto dicen los expertos antes los problemas de las personas que duermen poco
En un mundo que valora la productividad por sobre el descanso, no es raro escuchar frases como “yo con cuatro horas tengo suficiente”. Sin embargo, la ciencia insiste: dormir menos de siete u ocho horas por noche no es sano para las personas.
Si bien existe un grupo que puede funcionar con pocas horas de sueño sin consecuencias negativas, estos casos siguen siendo extremadamente raros.
Se trata de los llamados “dormidores cortos naturales”, según consigna Infobae, quienes las describen como personas que, debido a una condición biológica específica, necesitan dormir solo entre cuatro y seis horas por noche para obtener los mismos beneficios que otros logran tras un sueño completo.
Las personas pueden opinar mucho ante el comportamiento de sueño de otros, pero desde hace más de una década, la ciencia ha explicado que aquellos que pueden funcionar con pocas horas de sueño han presentado mutaciones genéticas raras.
Estas variantes mejoran la eficiencia del sueño, permitiendo que el cuerpo y el cerebro realicen sus procesos restaurativos en menos tiempo.
Es más, un estudio de 2025 rescatado por el medio citado analizó el caso de una mujer de 70 años que había dormido solo seis horas diarias durante casi toda su vida, sin mostrar deterioro físico o mental alguno.
Su perfil genético incluía una de estas mutaciones, lo que respalda la teoría de que ciertas personas están biológicamente programadas para dormir menos.
¿Y el resto de nosotros?
Frente a este panorama, los especialistas advierten que estos casos son la excepción, no la norma. A pesar del creciente conocimiento sobre estas mutaciones, su presencia en la población es extremadamente baja. Sin embargo, según expertos, el verdadero problema es que muchas personas creen pertenecer a este grupo privilegiado, cuando en realidad están exponiendo su salud ante la privación crónica de sueño.
La falta de descanso tiene efectos acumulativos y a corto plazo puede provocar problemas de concentración, irritabilidad y somnolencia diurna. Por otro lado, las consecuencias a largo plazo, está netamente asociada a enfermedades cardiovasculares, obesidad, hipertensión y diabetes tipo 2.
En la era de la hiperproductividad, dormir poco se ha romantizado como símbolo de fortaleza o ambición. Sin embargo, la evidencia científica apunta en la dirección contraria: dormir es una necesidad fisiológica, no un lujo. Y, salvo contadas excepciones, nuestro cuerpo no está diseñado para funcionar con menos de siete horas por noche.