
El milagro de Hülkenberg: 239 carreras, 1 sólo podio y un trofeo de Lego
Fue una de las mejores carreras del año. El gran premio de Silverstone de la Fórmula 1 de 2025 lo tuvo -casi- todo. Viento, un clima impredecible, accidentes varios, estrategias para todos los gustos. Es de esas carreras que los amantes de la categoría reina deseamos vivir en vivo alguna vez en la vida.
Una pista mojada, una lluvia torrencial breve, pero intensa y la suerte fueron la mezcla perfecta para una carrera que quedará en la retina de quienes vieron el gran premio por mucho tiempo.
Pero en un deporte donde solo los mejores prevalecen y, en donde, los triunfos y el dinero son tan importantes como la habilidad, hay historias que nos hacen vibrar.
Un alemán y un Sauber
Nicolás Hülkenberg es uno de los pilotos con más experiencia en la Fórmula 1 y en el mundo motor en general.
En la categoría reina ha logrado permanecer por más de 10 temporadas -en diversos periodos de años- entrando y saliendo de la parrilla de manera constante y compitiendo por equipos de la mitad de la tabla para abajo, como son Williams (Sí, el histórico equipo británico, pero que hoy está de capa caída), Force India, Sauber, Renault (otro histórico desaparecido como tal) y Haas.
También ha tenido pasos por la Fórmula BMW, Fórmula 3 Euroseries y la mítica 24 horas de Le Mans. Pero en la Fórmula 1 nunca había tocado la gloria. Su mejor rendimiento anual fue en 2018 cuando terminó 7°mo en la clasificación de pilotos. Mientras que en carreras era un 4°to lugar en Bélgica y Corea del Sur.
Pero ese historial negro no duraría para siempre.
Una lluvia y Legos
Una de las primas en la Fórmula 1 es que la lluvia equipara los vehículos y saca a relucir a los mejores pilotos.
Ya Max Verstappen había demostrado este dicho, en Brasil 2024, cuando comenzó en el lugar 17 y terminó ganando la carrera. Una competencia marcada por un aguacero y una tormenta interminable.
Condiciones similares, pero no parecidas a las que se vivieron en Silverstone, donde el Sol y el agua se peleaban por ser parte de la carrera.
Hülkenberg partió en la penúltima posición, sólo superando al argentino, Franco Colapinto quien partía desde los pits, pero que un problema en su monoplaza le impidió competir. En estricto rigor, el alemán fue el último en partir.
Pero los buenos pilotos se ven en la pista y la destreza -y también la suerte- acompañaron al piloto de Sauber, quien en un final inesperado terminó en tercer lugar.
Por delante de él quedaron los dos pilotos de McLaren: Lando Norris (local) y Oscar Piastri.
Pero los aplausos y la fiesta se la llevó el alemán.
De 239 carreras, por fin lograba un podio en la categoría más exigente del automovilismo. Y por fin tenía en sus manos un trofeo, pero no uno cualquiera, uno de Lego. Sí, de las piezas armables, elaborado por la empresa de juguetes que era auspiciadora del campeonato.
Con ganas de celebrar pero sin champaña
Una de las últimas tradiciones de la Fórmula 1 es que los tres pilotos que llegan primero a la línea de meta, se sometan al denominado “cool room”, donde se relajan y comparten sus impresiones de la carrera.
Nicolás estaba tan nervioso, que no supo dónde poner su casco ni qué hacer en una sala destinada a los ganadores y de la cual no era parte.
Su equipo, Sauber, estalló en felicidad por el histórico resultado. Y si bien alegría no les faltaba, sí comida y bebestibles. Algo común en un equipo poco acostumbrado a estar en posiciones altas de la tabla y menos disputar podios.
Personal de la escudería Mercedes se acercó al garage de Sauber y les llevó champaña para que pudiesen celebrar como Dios manda.
Un triunfo que opacó a McLaren, pero que alegró a toda la Fórmula 1 que, en vez en cuando, nos entrega este tipo de historias que demuestran por qué es el deporte más hermoso del mundo.