
Bolivia en crisis por dólares y combustible: advierten migración a Perú y preocupa impacto en Chile
By Angel Valdes 3 semanas ago
El colapso económico al otro lado de la frontera ha generado un inusual movimiento de personas, vaciado mercados locales y puesto en alerta a las autoridades por sus posibles repercusiones regionales. El cierre de negocios, la escasez de bienes esenciales y la militarización de pasos fronterizos evidencian la magnitud de una crisis que se aviva.
La profunda crisis económica y energética que atraviesa Bolivia ha comenzado a generar movimientos migratorios hacia Perú y alerta a Chile sobre un posible aumento de ingresos irregulares por la frontera norte. La escasez de divisas, el colapso del abastecimiento de combustibles y el alza en los productos básicos han desencadenado un panorama de precariedad, en el que ciudadanos bolivianos intentan buscar alternativas para sobrevivir.
En zonas como Desaguadero, epicentro comercial y migratorio entre Perú y Bolivia, autoridades peruanas han detectado un aumento en los cruces informales, mientras Chile endurece sus controles militares por temor a un flujo masivo de personas desde territorio boliviano.
El deterioro económico en el país altiplánico alcanzó un punto crítico. La falta de dólares en circulación ha paralizado las importaciones y encarecido los productos esenciales. Comerciantes y vecinos en El Alto, La Paz y Desaguadero reportan una caída abrupta en las ventas y en la actividad comercial, una situación que contrasta con el ingreso de ciudadanos peruanos que cruzan hacia Bolivia atraídos por el tipo de cambio favorable.
Con 300 bolivianos —equivalentes a 160 soles peruanos o aproximadamente 42 mil pesos chilenos— es posible cubrir gastos de alimentación y alojamiento durante varios días, lo que ha incentivado el turismo desde el sur del Perú hacia ciudades como La Paz y Tiahuanaco.
Comercios vacíos y calles desoladas
En el sector fronterizo de Desaguadero, la escena habitual de calles repletas de vendedores y compradores ha sido reemplazada por tiendas cerradas y mercados sin movimiento. Según datos de la Asociación de Comerciantes de la zona, cerca del 70% de los locales han cesado sus operaciones o han quedado desocupados. Muchos de los vendedores eran migrantes que, al no poder sostener su actividad, optaron por regresar a sus regiones de origen.
María Condori, comerciante peruana con más de una década de experiencia en la venta de ropa al por mayor, afirmó a BioBioChile que el desplome en las ventas ha sido superior al 50%. “En pleno fin de semana, cuando se vendía más, las calles lucen vacías. Antes lleno de gente, pero ahora parece un día cualquiera. Nuestros principales clientes eran bolivianos, pero ya no pueden comprar”, declaró.
La contracción en el comercio no solo afecta a los grandes vendedores, sino también a pequeños productores como criadores de truchas. “Antes mandaba media tonelada a Bolivia cada dos semanas. Hoy solo vendo una cuarta parte. No porque haya menos producto, sino porque ellos ya no pueden pagar”, dijo uno de ellos.
Inflación y controles militares
En los mercados de El Alto, los precios de los productos de la canasta básica han duplicado su valor en pocas semanas. Un saco de arroz que antes costaba 300 bolivianos (más o menos 42 mil pesos chilenos) ahora se vende en 600. El aceite ha subido de 60 a más de 100 bolivianos por galón.
Frente al riesgo de desabastecimiento, el gobierno de Luis Arce ha militarizado los puntos fronterizos para impedir la salida de productos de primera necesidad como azúcar, pollo y aceite, que eran adquiridos por peruanos en las ferias binacionales.
La presencia de las Fuerzas Armadas también busca controlar la fuga de combustibles, ya que tanto el diésel como la gasolina están en niveles críticos. En las principales ciudades bolivianas se han formado filas de vehículos que esperan durante días para conseguir unos pocos litros. Conductores de carga pesada y taxistas duermen en sus unidades ante la imposibilidad de abastecerse a tiempo.
El precio del diésel subsidiado ronda los 3,72 bolivianos por litro, lo que equivale a cerca de dos soles o 520 pesos chilenos, pero no hay garantía de disponibilidad.
Uso del sol peruano
En medio de esta crisis, ciudadanos bolivianos han comenzado a usar el sol como medio de intercambio en zonas fronterizas. En los comercios de Desaguadero y en los mercados cercanos al Lago Titicaca, cada vez más operaciones se realizan con moneda peruana, considerada una de las más estables de la región. Al mismo tiempo, se ha incrementado el número de personas que intentan cruzar hacia el Perú por pasos no habilitados.
En declaraciones para el noticiero Buenos Días Perú, Víctor Silva, representante de Migraciones en Puno, confirmó que se ha detectado un aumento en los intentos de ingreso irregular por el Lago Titicaca. “Las personas que entran sin pasar por control migratorio son puestas a disposición de la Policía y se les expulsa en un plazo de 24 horas”, detalló.
Aunque las cifras oficiales no indican un éxodo masivo, el flujo migratorio ha generado preocupación entre las autoridades locales y de los países vecinos como Chile o Argentina, sobre todo por las condiciones de vulnerabilidad de quienes intentan cruzar.
La Policía Nacional del Perú (PNP) ha intensificado sus patrullajes en la zona, interceptando a varios ciudadanos bolivianos que intentaban ingresar por pasos fluviales. En algunos casos, se trata de personas que buscan vender productos en soles o abastecerse de alimentos que ya no están disponibles en sus regiones de origen.
Chile endurece vigilancia
Mientras tanto, Chile ha comenzado a reforzar su frontera con Bolivia ante el riesgo de que esta situación se traduzca en una oleada migratoria. En 2023, de acuerdo a datos oficiales, más de 330.000 ingresos irregulares fueron registrados en el país, en su mayoría por el norte. En esa región, en pleno desierto altiplánico, y a casi 2.000 kilómetros de Santiago, los militares patrullan durante la noche para detectar movimientos sospechosos.
Un nuevo acuerdo con Bolivia permite que los migrantes irregulares sean reconducidos a territorio boliviano. Sin embargo, las condiciones geográficas del altiplano, con suelos pantanosos y temperaturas extremas, dificultan el control.
En declaraciones para la agencia EFE, el teniente coronel Carlos Tapia describió el terreno como “demasiado fangoso”, lo que representa un riesgo tanto para los migrantes como para las fuerzas encargadas de la vigilancia. En algunos casos, personas han quedado atrapadas hasta la cintura durante la temporada de lluvias.
Un modelo económico en jaque
El exministro de Hidrocarburos de Bolivia, Álvaro Ríos, atribuyó la crisis actual a un modelo económico que ha agotado sus fuentes de sostenibilidad. “El milagro boliviano nunca existió. Exportamos gas natural por más de 69.000 millones de dólares en 19 años, pero no repusimos las reservas. Ahora importamos energía sin tener divisas para pagarla”, declaró en entrevista con medios peruanos.
Ríos considera que la estatalización de sectores estratégicos ha impedido una respuesta eficaz ante el declive en la producción de hidrocarburos y la escasez de ingresos por exportación.
A esta situación se suma el colapso en la distribución interna. La caída en la producción de gas y petróleo ha obligado a Bolivia a convertirse en un país dependiente de las importaciones energéticas, justo cuando la falta de dólares impide sostener esas compras en el mercado internacional.
¿Turismo oportunista?
Mientras la economía boliviana se contrae, ciudadanos peruanos han encontrado en esta crisis una oportunidad para realizar viajes turísticos a bajo costo. Con 100 soles (o 25 mil pesos chilenos), una familia puede recorrer durante dos o tres días lugares emblemáticos como el sistema de teleféricos de La Paz o el complejo arqueológico de Tiahuanaco.
La diferencia cambiaria ha hecho que restaurantes, alojamientos y transporte resulten accesibles para los visitantes del sur del Perú, quienes se movilizan incluso en fines de semana.
“Es barato para nosotros, pero muy caro para ellos venir al Perú. Esa es la diferencia”, explicó uno de los residentes de Desaguadero. En paralelo, muchos bolivianos han tenido que suspender sus tradicionales visitas gastronómicas a ciudades como Juliaca o Puno, donde antes disfrutaban de platos típicos como el ceviche o el pollo a la brasa. Hoy, los costos les resultan inalcanzables.
Impacto social
La desvalorización del boliviano ha tenido un efecto directo sobre la vida cotidiana. En el país altiplánico, restaurantes y mercados han reducido precios para adaptarse a la falta de poder adquisitivo.
Un menú básico cuesta unos 10 bolivianos (3 soles y 1.400 pesos chilenos), mientras que el kilo de pollo se vende a 22. Aun así, las ventas continúan cayendo. Mariana Mamani, vendedora de artesanías en La Paz, señaló que ya no tiene ingresos suficientes para sostener a sus tres hijos. “Antes exportábamos gas, ahora no hay nada. Ni siquiera hay gasolina”, comentó a BioBioChile.
En las zonas rurales, la situación es igualmente precaria. Agricultores, ganaderos y productores enfrentan dificultades para transportar su mercancía por la falta de combustible. La cadena logística está rota y los ingresos, reducidos al mínimo. A pesar de que el turismo peruano ofrece cierto alivio, no logra compensar la pérdida de la demanda interna y las restricciones en el comercio binacional.
Las autoridades de ambos países monitorean de cerca la evolución de la situación, mientras los efectos de la crisis se expanden por la región andina.